El otro día estaba impartiendo el Curso Mindfulness y una participante me preguntaba como podía incrementar la paciencia ya que era algo que a ella le preocupaba y para hacerlo nada mejor que la práctica de meditación en atención consciente.
Una de las propuestas de la atención plena es lo que se denomina práctica informal.
La práctica informal que os propongo esta semana es la observación de un hábito cotidiano, por ejemplo el aseo personal, o como nos comportamos durante el desayuno.
Yo les comentaba que cuando inicié mi práctica, me planteé observar mis movimientos y actividades durante el desayuno, y esta observación me sirvió para descubrir que cumplía todos los días una rutina de movimientos que nunca había observado.
Es decir siempre antes de sentarme a desayunar hacía el mismo recorrido en la cocina cogiendo todo lo que necesitaba antes de sentarme, y mientras no lo hacía, no me sentaba.
Esta observación me llevó a pensar en la cantidad de rutinas que al cabo del día tenía establecidas y de las cuales no era consciente.
Pues bien sólo a través de la atención plena pude averiguarlo y cambiar algunas de ellas de modo consciente y cuando lo hice también me di cuenta que me sentía extraña, como si no estuviese todo bien, como si hubiese algo que se me escapaba y eso me hacía no sentirme del todo cómoda.
Esta sensación de incomodidad inicial me permitió ser mucho más observadora, para saber que era lo que estaba sucediendo y no era otra cosa que haber cambiado el piloto automático con el cual funcionaba en muchas ocasiones y alterar el orden en que realizaba algunos hábitos cotidianos.
Las rutinas de movimientos también genera rutinas de pensamiento, y cuando se intentan cambiar esto necesita un cambio consciente ya que nuestro cerebro se ha habituado a no ver nada nuevo aunque esté sucediendo, y por lo tanto nos lleva a disminuir nuestra capacidad de observación y de acción.
No hace falta nada especial ni ir a ningún sitio para entrenar nuestra Atención Plena.
Todo lo que hay en nosotros o a nuestro alrededor es una buena oportunidad para confirmar el grado de conciencia del momento presente en el que vivimos.
Hay que recordar que siempre que queramos recuperar un estado de Atención Plena, podemos apoyarnos en la “Respiración consciente»
Cuando repetimos esta atención consciente estamos desarrollando además de la presencia en el aquí y el ahora, la concentración y la paciencia.
Resumiendo, al cabo del día realizamos infinidad de acciones inconscientemente y esto que en muchas ocasiones es beneficioso porque nos ahorra tiempo y energía, cuando se convierte en una rutina de comportamiento nos aleja del momento presente, y nos va reduciendo la capacidad de apreciación de circunstancias nuevas, de paisajes y personas distintas, de emociones distintas y también crea una adicción al automatismo generando un ritmo bastante frenético porque como todo ya es conocido, necesitamos más cosas y más rápidas cada vez.
Muy directa y práctica metodología. Entretenido artículo o publicación!!! El aquí y ahora…Namaste…Gracias…!!!